Las trampas de la canción romántica

El otro día, al ver a una pareja sentada y platicando en el parque estuve a punto de preguntarle al hombre, ¿cómo la enamoró?  Está claro, que ya no vivimos en la época del amor cortés, ni se corteja como en el tiempo de los abuelos como bien dijo Margarita Durán en su bello vals Amarraditos:

  No se estila, yo sé que no se estila,

         Que te pongas para cenar jazmines en el ojal

  Desde luego parece un juego pero no hay nada mejor

Que ser un señor de aquellos que vieron mis abuelos

  Hace algunos años, sobre todo en provincia, los primeros acercamientos se daban caminando alrededor de la plaza: los muchachos en un sentido, las jóvenes en el contrario.  Sentadas en sus bancas, mamás y tías entretejían chismes con puntos al derecho y al revés mientras vigilaban el paseo.  Para las empleadas domésticas, los viajes a la panadería solían ser una excelente oportunidad para echar novio:  

  Tons qué, tons qué mi reina, ¿a qué hora vas por el pan?

  A mi me hubiera encantado ser el dulce tormento de un hombre apasionado y oírlo decir: 

  Usted es la culpable de todas mis angustias, de todos mis quebrantos…

  Hoy poca gente conoce esas canciones que se pierden en el recuerdo y no estoy segura de que exista aún esa inagotable fuente de inspiración que era el maravilloso Cancionero Sal de Uvas Picot.

  Pero como en esta crónica todo es posible, imaginemos que ese hombre, el dueño de todos nuestros suspiros nos canta con voz aterciopelada:

Ay si no fuera pedirte tanto, yo te pidiera vivir de hinojos mirando siempre tus tristes ojos, ojos que tienen, ojos que tienen, sabor de llanto.

  ¿Cursi? Tal vez, pero no nieguen que su corazón se detuvo algunos segundos.  Claro que al cabo de unos días, nuestro enamorado tiene las rodillas hechas pinole, igualitas a las de un peregrino un 12 de diciembre.  A pesar del árnica que le aplica su mamacita todos los días, (y después, nos preguntamos porque no nos quiere) sufre y decide darle rienda suelta a su dolor

  Farolito que alumbras apenas mi calle desierta,

Cuantas noches me viste llorando llamar a su puerta,

Sin llevarle más que una canción, un pedazo de mi corazón…

           Gracias a Agustín Lara sabemos que nuestras calles siempre han estado pésimamente alumbradas y que es imposible vivir de hinojos. Sin embargo, nuestro galán no se da por vencido y una vez reestablecido vuelve al ataque:

  …yo sé que nunca besaré tu boca, tu boca de púrpura encendida, yo sé que nunca llegaré a la loca apasionada fuente de tu vida.

           Es hora de abrir el balcón. Aunque nos halaga tanto sacrificio le decimos que no sea exagerado, que tampoco es para tanto. Da un brinco de alegría y canta más o menos afinado:

  Adoro la forma en que sonríes, en que a veces me riñes, adoro la seda de tus manos…

           Siempre habrá gente metiche, así es que no falta la vecina que nos diga: tenga piedad del muchacho.  “Ay, si a mí alguien me hubiera querido así…”  Decidimos por fin ser su novia, no vaya ser que él pierda la paciencia y busque a otra menos rejega. En ese instante, todos los cilindros de la ciudad tocan…

Somos novios pues los dos sentimos amor profundo…  

  A partir de este momento, hay que ponerse abusada porque las cosas pueden cambiar mucho y de manera sorpresiva.

  Al principio es un novio atento, respetuoso, pero

poco a poco se va acercando, poco a poco la distancia se va haciendo menos…

  En un momento de pasión a él se le sube la bilirrubina y decide jugársela todo en una canción:

 Acércate más, y más, y más, pero mucho más y bésame así…

           De tanto acercarnos pasa lo que ustedes ya saben e imaginan:

Qué alegra va María caminando por la ciudad, platicando con su niño va, con su niño que pronto vendrá.

           Y vivieron muy felices…Bueno, por un tiempo al menos.  Pero, como nos explicó América Pacheco en su simpático artículo: No soy yo, darling, son mis genes nuestro enamorado empieza a sentirse un poco atrapado y decide que la solución está en la antropología social.  Decide investigar las posibilidades de la música extranjera para enamorar.  Entiendan que su afán es completamente científico pero por si acaso, empieza a tararea por todos los rincones de la casa:

espérame en el cielo corazón, si es que te vas primero, espérame que yo pronto me iré ahí donde tu estés… 

  Criadas durante años según las normas establecidas en la epístola de Melchor Ocampo (1859) que dice: “Que la mujer, cuyas principales dotes son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura, debe dar y dará al marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende, y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo…”  nos vamos derechitas al más allá, y le reservamos su banca celestial.

           Sin embargo, entre tanto querubín nos asalta la duda, y decidimos, por si las moscas, convertir sus sueños en pesadillas cantándole:

  Hipócrita, sencillamente hipócrita, perverso te burlaste de mi.  Con tu sabia fatal, me emponzoñaste, y sé que inútilmente me enamoré de ti.

  ¿What? ¿Cómo podemos calumniarlo de manera tan abyecta?   No entiende tanta injusticia, clama al cielo:

  ¿dónde estas corazón no oigo tu palpitar?  es tan grande el dolor, que no puedo llorar…

  rematando para hacernos sentir más pior:

  Qué triste luce todo sin ti,  los mares de las playas se van, se tiñen los colores de gris, hoy todo es soledad…

  ¡Qué injustas hemos sido!  Como nos sentimos tan culpables, hacemos lo que nos viene de manera bastante natural decimos mea culpa y cantamos

perdón vida de mi vida, perdón si es que te he faltado, perdón cariñito amado, ángel adorado dame tu perdón…

  Ahora, no nos queda más remedio que convertirnos en una Penélope celestial mientras le preguntamos a Dios si él alguna vez nos ha dejado de adorar.

           ¿Y nuestro enamorado?  Obvio, ya cambió de look, aprendió inglés y ahora canta:

  Hey lady let me tell you

Why I can’t live my life without you

Oh baby

(…)

I wanna be your man

Maricarmen Ferrant

#ergonorima

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