No hay fenómeno, sensación, percepción, actividad mental ni especie ninguna de conciencia, que sean permanentes, estables, eternos e inmutables. En esto concuerdan todos los sabios del mundo y esto es lo que yo también enseño.
Buda
Autotransformación mediante la autoobservación es la premisa fundamental de esta técnica: 10 días de retiro, en silencio, sin contacto visual, adherido a un código de disciplina, durante los cuales experimentas algo similar a la cotidianidad de un monje. El participante debe abstenerse –durante el período del curso– de matar, robar, tener actividad sexual, mentir y usar sustancias tóxicas. Este código, junto con una dieta vegetariana y 7 horas de sueño, actúa como protocolo para calmar la mente.
Meditas aproximadamente 10 horas al día están dedicadas a ejercicios de meditación. Ahí, y así, aprendes a observar el flujo constante del respirar: dejas que los pensamientos fluyan, regresando siempre a la respiración. Estás desconectado de tu cotidianidad, de tu entorno, de los placeres y tormentas que generalmente te acompañan.
Te explican que la clave está en dejar que los pensamientos fluyan, volviendo siempre a la respiración: tal como entra sale, exquisito vaivén. Ahí observas las sensaciones que provoca en todo tu cuerpo, tomas conciencia del divagar de tu mente; reconoces qué emoción lleva a cuál pensamiento. En esa introspección comprendes la naturaleza de las sensaciones, entiendes cómo generas capas de sufrimiento, fruto del apego y la expectativa. No hay otro espejo más que el interno y no hay cómo evadir(se) cuando no existe distracción alguna al alcance. Día con día reconectas con tu esencia más íntima, experimentas pinceladas de impermanencia y aprendes a no reaccionar. Desarrollas ecuanimidad.
Cada noche SN Goenka describe estados muy similares a los que estás experimentando –no eres el único que quiere salir huyendo de ahí– y da instrucciones para la meditación del día siguiente: “Todo es un proceso”, te recuerda; “Esto también pasará”.
Después de 9 días viendo hacia dentro, se levanta el silencio, y concluye el retiro con la meditación de aceptación. Se trata de repartir los tesoros encontrados a lo largo tu introspección con el mundo que te rodea, consciente e inconscientemente.
que yo esté bien, feliz y en paz;
que todas las personas en esta sala estén bien, felices y en paz;
que todos mis familiares estén bien, felices y en paz;
que todos mis amigos estén bien, felices y en paz;
que todos los seres en esta ciudad estén bien, felices y en paz;
que todos los seres en este país estén bien, felices y en paz;
que todos los seres en este mundo estén bien, felices y en paz;
que todos aquellos que sufren, se liberen del sufrimiento;
que todos aquellos que sienten temor, se liberen del temor;
y que todos los seres encuentren alivio, estén bien, felices y en paz.
Es una experiencia enfocada en la interconexión que existe entre mente y cuerpo; una exploración profunda a las raíces de las sensaciones, para disolver las “impurezas” mentales. Una técnica que no se apega a religión o creencia alguna. Observas, en carne propia, cómo eres el único que produce o se libera del sufrimiento. Un retiro que sobrevive y se multiplica gracias al voluntariado, los donativos económicos, y el sello que deja en aquellos que han podido asistir aunque sea una vez. Cuando estás plenamente atento a lo que es, no hay lugar para juicio, análisis o deseo; simplemente es lo que es, y pasará, como todo. Una experiencia al alcance de todos; Vipassana nos enseña a ver cómo somos y a entender cómo podríamos llegar a ser.
ellemiroir (originalmente publicado en Ecoosfera, 2012)