Nos encontramos
en los extremos, dice
y no pone esa cara de me he tragado el jabón pone la de acércate si tienes huevos.
-Por supuesto
no me muevo de la silla y enciendo un cigarro,
eso siempre me da unos segundos
de ventaja,
ventaja que se puede volver en tu contra si
cuando abres la cajita
ya no quedan cerillas-
Y yo digo:
no era necesario utilizar las manos
para llegar a la otra orilla,
con un par de monedas de plata
en los ojos
es suficiente
no hay que ser tan escrupuloso:
las formas están sobradas de contenidos.
Pero puestos a sacarle
los colores a la muchacha del café
voy a seguir con la mirada fija
en sus rodillas
hasta que pase de página
y luego yo también pasaré
y clavaré la pupila en otra
forma curva
que pida auxilio
y no esté leyendo un libro
de más de trescientas páginas
-así no puedo-
En fin
que los tejados
siguen siendo el espejo del alma
y los 3 poemas que he escrito esta noche
no han significado nada;
la guerra que desatamos
es tan vieja
que no recuerdo
el día en el que tus extremos
se pusieron manos a la obra
con la trinchera en zigzag
y no dejaron que los míos
se salvaran del recuento.
Ahora somos tú y yo:
una buena razón para seguir creyendo
que hay vida después
de la física cuántica.
Carlos de la Cruz