Carta abierta a David Byrne de Antonio Reyes Luna

Con respeto, Señor Byrne:

En su libro Cómo funciona la música menciona que históricamente la creación musical ha respondido en gran medida al espacio en donde será reproducida: tambores africanos para espacios abiertos, notas largas en espacios abovedados como iglesias, o notas rápidas y duras en pequeños bares.

Usted plantea una interrogante: ¿cuál será el siguiente paso de la música en la era de la escucha privada? Posteriormente propone que la música podría encarnarse en ambientes para encontrar tranquilidad, música que requiera mucha atención al detalle y repetidas reproducciones, o letras sugerentes que conviene escuchar en privacidad.

Lo anterior establece la siguiente ecuación:

Composición + Entorno

___________________________   = Tipo de música.

Espacio de reproducción

De igual forma en su texto invita:

“Si ha habido una respuesta al componer como respuesta al MP3 y a la era de la escucha privada, aún me falta escucharla”.

Para mí, esa frase es una invitación y me permito contextualizar para poder sugerir un camino a tomar.

Así como es difícil asimilar que la creación musical responde al lugar en el que será ejecutada, también lo es saber que la industria de la música se sustentaba en el medio a través del cual serían vendidas las creaciones de un artista, mas no en el artista en sí.

La industria sobrevivió por años al vender las mismas composiciones en vinil, luego en casete y en CD. Sin embargo encontró una barrera en su siguiente formato físico, el cual fracasó al tratar de vender mezclas de alta calidad a través del Súper Audio CD o una nueva experiencia traducida a Surround Sound con el DVD Audio. La gente estuvo dispuesta a cambiar su tornamesa por una casetera, su casetera por un reproductor de CD, pero nadie vio un beneficio en un reproductor de Súper Audio Cd o un sistema de teatro en casa para escuchar a un guitarrista deambular por la sala de un hogar.

Hoy sabemos que no era un tema de presupuesto, pues la gente hoy invierte la misma cantidad con la que podría comprar un teatro en casa, en unos audífonos. La música se consume hoy en día a través de audífonos. Haciendo la tarea, corriendo, transportándose o escuchando una última canción antes de dormir.

Los audífonos no son nada nuevo. El Walkman introdujo la música portátil en 1979, no proponía una experiencia personal como la que se propone hoy en día. Se trataba de mera practicidad y miniaturización.

Y a partir de lo expuesto anteriormente, comienzo a responder a su cuestionamiento. Los audífonos marcan el camino a tomar. Ya no se trata de fidelidad, usted propone que se trata de experiencias personales. Sin embargo, debemos contemplar otro camino previamente anunciado.

Los géneros ya no se clasifican por etiquetas en carpetas llamadas Rock, Pop, Salsa o Electrónica, sino por nombres de Playlists que mezclan en una sesión una selección de pistas pertenecientes a los géneros seleccionados por el escucha.

La fórmula citada al principio del texto considera como resultado el género de música. Pero si los artistas se escapan de que su música sea etiquetada bajo un género, ¿cuál es esa canción que, más allá de su propuesta lírica, sobresale del resto?

Me atrevo a sugerir que más allá de un género, estamos frente a método.

Posiblemente no se trata como lo menciona, de “encapsular” una canción. Tampoco de pensar que, por el hecho de escucharse en audífonos, deba ser una experiencia personal o privada. Se trata de que, al momento de componer, el músico esté consciente de que la creación será reproducida en  audífonos.

Entonces, y nada más representativo de nuestros tiempos, no se trata de descubrir un camino, sino de retomar una dirección previamente marcada. Una dirección que en 1980 no pasó de ser una mera curiosidad.

La ruta trazada por Hugo Zucarelli al crear el sonido binaural ha creado un culto de artistas y fanáticos que hacen entregas holofónicas o en 3D. Éstas son una especie de parque de diversiones que se experimentan como una experiencia aislada, más no habitual.

Pero, indudablemente, hay que reinterpretar la manera en la que los creadores abordaron esta posibilidad de autoría: La holofonía propone que una pieza tenga movimiento en todos los ejes no sólo de un lado al otro como en el caso del estéreo.

Lamentablemente y a mi parecer, estas piezas no son más que traducciones del formato propuesto por el Surround llevadas a los audífonos. Son una curiosidad que llama a un segmento de entusiastas, que me permito comparar con quien disfruta un parque de diversiones; existen, evidentemente, quienes los visitan regularmente, pero para la mayoría subirnos a una montaña rusa o visitar una casa de los espejos todos los días no nos es atractivo.

No queremos un parque de diversiones en nuestra cabeza. Bueno, sí lo queremos, pero no todos los días, todo el tiempo.

Sin embargo, las dos barreras que impidieron un proceso creativo aumentado al componer, ya no existen. El sonido binaural dependía del método de grabación y de audífonos para su reproducción, por eso falló –y también porque la experiencia cansa- Hoy, tanto creadores como consumidores, tienen lo necesario: el músico produce con un programa y el receptor lo consume a través de audífonos. El software permite emular un canal tradicional con uno binaural con un simple click

Las entregas producidas de esta manera, sin embargo, no deben ser puras, pues al reproducirlas de forma convencional sin audífonos el resultado es una pieza que se escucha muy mal; además, no se logra el deseado efecto envolvente.

PROPONGO UTILIZAR EL SONIDO BINAURAL NO COMO UN SISTEMA DE GRABACIÓN –COMO FUE CONCEBIDO Y COMERCIALIZADO–, SINO COMO UN PROCESO DE MEZCLA CONTEMPLADO COMO UN RECURSO ADICIONAL DE COMPOSICIÓN DESDE EL MOMENTO DE CREACIÓN.

Llamémoslo Mezcla Binaural (Bin), pues a diferencia de la entrega Binaural Real (Real Bin), grabada completamente con el micrófono especial en las que todos los elementos tienen dimensión en los 3 ejes, en la Mezcla Binaural, sólo ciertos instrumentos o canales estarían mezclados en forma binaural y el resto se mezclarían en una forma estéreo tradicional para no cansar ni evocar un parque de diversiones, sino para convertir el proceso en una forma adicional de expresión.

Todos están manoseando de nuevo su música para poder ser comercializada en forma digital. Esto resulta en que ahora veamos con frecuencia leyendas como: Masterizado para iTunes. Pero el proceso de masterización es el punto final de la creación. Nos saltamos un paso en la mezcla.

Contemplemos la mezcla desde antes de la grabación. Es necesario saber que usaremos sólo ciertos canales binaurales, y cuáles serán.

La Mezcla Binaural (Bin), promete acentuar o romper la estructura clásica de entrega, y además, resulta en que una canción se escuche bien en bocinas tradicionales.

Habrá casos donde la mezcla binaural se utilizará para sumergir en un diálogo al escucha. Habrá quienes busquen ofrecer un espectáculo abusando del recurso. Habrá quien pre-produzcan una pieza para saber, antes de ir al estudio, cuáles sonidos serán binaurales y cuáles no.

Retomando el ejemplo de las aves de su libro, me permito este ejemplo para explicar lo antes descrito:

No es lo mismo una canción donde todo se mueve o tiene espacio, que tras varias escuchas pierde novedad, a una pieza estéreo que nos resulta fácil y familiar a la hora de escucharla. Si a esa canción le añadimos un elemento binaural, el ave ya no se desplaza únicamente de derecha a izquierda, como sucede en el sonido estéreo; el ave, más bien, se acerca al escucha como en el sonido binaural. LA INTENCIÓN DEL CREADOR CAMBIA. La gente escucharía esa canción sin cansarse, y además, esperaría el momento en el que el ave viene a él. Podría ser un gancho. Además contemplemos que la mezcla de dicha canción que no abusó del recurso, puede ser reproducida en bocinas tradicionales. Ahora tenemos una herramienta más para entregar composiciones más precisas. Dependerá de la intención del artista elegir los elementos que decida traducir sonoramente en su cabeza.

No soy músico. Soy diseñador gráfico e industrial. Entiendo el mundo ordenándolo de acuerdo a lo que adopto y desecho mientras busco claridad y paz en mi vida.

No soy más diseñador que aquél que encontró en las páginas de una revista de tecnología o de rock una forma para expresarse a través de un grid y una paleta de colores, y así, rendir tributo a mis dos grandes pasiones.

No soy más músico que aquel que sabe utilizar un software de composición viéndolo más como Illustrator o Photoshop, que como un instrumento musical.

No soy más cantante que la voz ante un micrófono en una cabina de radio, averiguando cómo entretener a quienes se dirigen por las mañanas a la escuela o al trabajo.

Pero, gracias a su pregunta, encontré una intersección que incorpora a todos mis oficios para lograr una nueva entrega que no llamo canción, sino una entrega de diseño que ahora utiliza notas en lugar de colores.

No existe otra forma para mí para responder a su pregunta que rindiendo tributo a quien la planteó, utilizando su canción como base de la respuesta:

Variable #00: Psycho Killer (Bin).

Aprovecho para también rendir tributo a quienes nos gusta atender preguntas con respuestas que nos recuerden que las puertas se abren para todos por visionarios.

Agradezco su pregunta, pues en la respuesta, he crecido como persona, como profesional y como creador, encontrando un nuevo camino, que sé que no recorreré solo.

Antonio Reyes Luna Ciudad de México Colonia Nápoles Diciembre de 2014

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