“El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos.”
Miles Davis.
El silencio es un eje.
Todo y todos giramos en torno a él- y ahí, en ese punto, sólo existe simetría.
Así, el espejo es evidente.
El silencio es un elemento.
Es la ausencia. La falta de. El vacío.
Donde nada hay, todo puede.
Lo que fue ya no es. Lo que será, aún no.
Ahí, se desdobla el universo tal cual es -exquisita e infinita cadencia.
El silencio es un instante.
Una pausa que rompe la inercia.
Es el vacío que todo lo engloba antes de eyacular y pronunciarse.
Ahí, respiras, aceptas, integras y centras.
Así, te multiplicas al infinito.
El silencio es un estado.
Se es.
Se encarna.
Cuerpo, palabra y mente observan y sienten.
Observan lo sentido.
Ahí, nada importa. Todo es.
Sin causa o consecuencia.
El silencio es alquimia.
Transpira esencia.
No hay lugar para interpretaciones.
Es lo que es. Somos lo que nos permitimos ser.
Ahí, no queda más que ser intrínsecamente tú.
Así, se es.