Sálvame
Yo no tengo dios, pero, si tuviera, le pediría: sálvame. Sálvame de pronunciar, alguna vez, las frases «porque mi libro», «según mi obra» o «como ya escribí yo en 1998». Sálvame de estar pendiente de lo que digan de mí, preocupada por lo que dejen de decir, horrorizada cuando no digan nada. Sálvame de la …