Dar la vuelta a la tuerca resulta sencillo.
Se empieza por abrir un pequeño orificio en el ombligo,
luego con ganchito de crochet se busca la hebra que provoca el atasco de la pieza.
Una vez enganchado se tira del hilo.
Lo verdaderamente difícil empieza aquí.
El enredo puede contraer la víscera,
la víscera puede derribar el temple y con este derrocarse el espíritu.
Dar la vuelta a la tuerca entonces es una operación compleja.
El alma negra blande el arma blanca…
Brillo dolorosamente.